Por Arzobispo Gregory M. Aymond
Clarion Herald – 5/27/17
La Arquidiócesis de Nueva Orleáns ha hecho muchos esfuerzos para explicar el concepto de la mayordomía a los Católicos. ¿Pudiera hablar de lo que es la mayordomía?
Cuando la mayoría de la gente piensa en la mayordomía, a menudo piensan únicamente en dar dinero. Mientras que la donación financiera es un aspecto de la mayordomía, no es el significado primario de la mayordomía. La mayordomía es realmente una actitud hacia la vida. Es reconocer los dones que Dios nos ha dado, y en gratitud a Dios por esos dones, los devolvemos a Dios de muchas maneras. La mayordomía es una manera de pensar y expresar las gracias. Todo lo que recibimos es un regalo de Dios, y nuestro regalo a Dios requiere discernimiento en la oración continua, de lo que Dios nos está llamando a compartir con los demás, y con su Iglesia.
¿Qué significa discipulado?
El discipulado es una forma de vida. La mayordomía es una actitud de gratitud, a través de la cual vivo mi vida de discipulado. Si realmente creo que todo lo que tengo, todo lo que soy y todo lo que logro son dones de Dios, entonces, quiero seguir a Jesús como un discípulo fiel y ser un buen administrador de los regalos que me han dado. Un discípulo trabaja para hacer presente a Jesús en el mundo de hoy. El Papa Francisco, nos ha dicho que, “el mundo de Dios, es un mundo donde todos se sienten responsables por el otro, por el bien del otro.” Hace 25 años, la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos publicó una carta pastoral, “La mayordomía: la respuesta de un discípulo”, y ese mensaje resuena tan claramente hoy: “El Génesis nos dice que, Dios colocó a los primeros seres humanos en un jardín, para practicar la mayordomía allí – “cultivar y cuidar de ella” (Gn 2:15). El mundo sigue siendo una especie de jardín (o taller, como algunos preferirían decir), confiado al cuidado de hombres y mujeres, para la gloria de Dios y el servicio de la humanidad. En su sentido más simple pero profundo, esta es la administración cristiana de la cual la carta pastoral habla. “La mayordomía es una expresión del discipulado”.
Hemos escuchado mucho sobre las tres t de la mayordomía: tiempo, talento y tesoro.
Si podemos nutrir un espíritu de gratitud por todo lo que Dios nos ha dado, entonces, queremos compartir con Dios y la Iglesia, los recursos que nos ha dado, en términos de tiempo, talento y tesoro. En la Arquidiócesis de Nueva Orleáns, tenemos muchas personas que son extraordinariamente generosas en ofrecer sus dones y su tiempo, a través de los ministerios en los que están involucrados. Pienso particularmente en el increíble número de personas que se ofrecen como voluntarias en varias organizaciones Católicas, parroquias y escuelas, como un signo de buena administración. Sus acciones de sacrificio edifican la comunidad mucho más allá de la comunidad Católica. Sus vidas, permiten que la comunidad sea más fiel. Si realmente creo que todo lo que tengo es un regalo de Dios, quiero apoyar a la Iglesia, no sólo ofreciendo mi tiempo y talentos, sino también, respondiendo a la necesidad de apoyar financieramente la obra de Cristo en nuestra Iglesia de hoy. Cuando se trata de dar dinero, las preguntas que debemos hacer son: ¿Qué es lo que Dios me ha dado, y cómo uso estos dones para mantenerme a mí mismo, a mi familia y a la Iglesia? ¿Qué parte de esos dones debo usar para apoyar la obra de Cristo en nuestro mundo de hoy? Hay muchas necesidades de evangelización en nuestras parroquias, escuelas y en varios ministerios y organizaciones, a través de la arquidiócesis. Al apoyarlos financieramente, participamos cada vez más plenamente en el bien hecho por la Iglesia para Cristo, para que su misión pueda continuar.
¿Hay alguna guía para los Católicos sobre donaciones financieras?
Sabemos que muchas Iglesias cristianas dan mucho más generosamente que nosotros como Iglesia Católica. La Biblia habla específicamente del diezmo, devolviendo al Señor, una porción de lo que Dios nos ha dado. Muchas Iglesias cristianas usan el 10 por ciento, como una meta financiera para sus miembros. Aunque este porcentaje puede variar mucho de persona a persona dentro de la Iglesia Católica, la mayoría de los estimados indican que los Católicos dan a una tasa del 2 al 3 por ciento. ¿Espera Dios, que cada uno de nosotros viva nuestro discipulado dando generosamente de nuestro tiempo, talento y tesoro? La respuesta es, sí.
¿Cómo sugiere que los Católicos hagan esto?
Esto sólo se puede responder en la oración, primero, en una oración de acción de gracias por lo que Dios me ha dado, y, en segundo lugar, en una oración de iluminación, pidiendo a Dios que me ilumine acerca de los muchos regalos que he recibido, y luego, que me iluminarme en cuanto y cómo puedo devolver. Todos debemos vivir una vida de gratitud. La gratitud, nos ayudará a darnos cuenta del llamado de Jesús, “Ven, sígueme” y vivir ese llamado a través de nuestras acciones.
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