Por Arzobispo Gregory M. Aymond
Clarion Herald – 9/2/17
Se acerca el Día del Trabajo, lo que plantea dudas sobre el valor y la dignidad del trabajo, no sólo como forma de vivir, sino también para vivir una vocación. ¿Cuáles son sus pensamientos?
He oído a mucha gente decir, “Mi trabajo pone la comida en la mesa” o “Paga las cuentas”. Aunque hay verdad en ambas declaraciones, Dios realmente piensa que el trabajo es una expresión de usar los regalos que Él nos ha dado, y ha hecho una diferencia en la sociedad. Debemos mirar de cerca cómo usamos nuestros dones en nuestro trabajo particular. Otra pregunta que podríamos hacer es, si pensamos conscientemente en nuestros trabajos, no sólo como una forma de pagar las facturas, sino como una forma en la que podemos influir positivamente en las personas con las que entramos en contacto diariamente. ¿Pueden otros ver a Cristo en nosotros, a través de la manera en que interactuamos con nuestros compañeros de trabajo o clientes? Si ellos pueden, esperamos que verán a Cristo en el trabajo, y fomentaremos el reino de Dios en la tierra.
Algunos trabajos no son exactamente una cama de rosas.
Eso es muy cierto, y sé que puede ser difícil cuando hay tensiones, desacuerdos, negatividad o cinismo en el trabajo. Lamentablemente, esas son circunstancias ordinarias, pero lo que puede ser extraordinario es nuestra capacidad para superar esas cosas, y hacer que nuestro lugar de trabajo sea lo más productivo y saludable posible. Esta no es una tarea fácil. Requiere de la oración y el consejo de los demás. Tener un trabajo que sea miserable es verdaderamente una cruz pesada. También, sabemos que en algunos lugares de trabajo, ni siquiera podemos mencionar el nombre de Jesús. A veces, eso puede hacer que sea difícil vivir nuestra fe, pero en esos casos, por lo menos, podemos dar un ejemplo a través de nuestra actitud. En otros trabajos, podemos hablar libremente de Dios, y alentar a la gente en el lugar de trabajo.
Hay muchas personas que no están trabajando sólo un trabajo, pero dos o tres para llegar a fin de mes.
Eso es correcto, y realmente admiro y respeto a las personas que hacen ese tipo de sacrificios, en lo que puede ser para la familia situaciones muy difíciles y tensas. Espero que la gente pueda ver que están usando los dones que Dios que les ha dado para proveer a sus familias. No es raro oír a personas que tienen dos o más empleos para cuidar a sus familias, dar a sus hijos el apoyo que necesitan, o muy a menudo, pagar por la educación Católica.
La Iglesia, ha hablado a menudo sobre el derecho del trabajador a salarios decentes y justos, y para que la economía debe servir a la gente, no al revés.
Hoy se habla mucho de un salario “justo”, pero quizás lo que realmente necesitamos hablar es de un salario “que alcance para vivir”. Lo que puede parecer teóricamente “justo” puede no ser un salario en el que alguien pueda vivir. Esto requiere un espíritu de justicia por parte del empleador.
¿Qué pasa con aquellos que están luchando para encontrar trabajo?
Todos sabemos que, aunque la tasa de desempleo ha bajado, todavía hay muchas personas sin trabajo. Tenemos cierta responsabilidad por nuestros hermanos y hermanas, cuando están desempleados, y quieren trabajar. Todo lo que podemos hacer para servirles de apoyo es un regalo de Dios para ellos. Algunos necesitan comida, ropa, una palabra alentadora, ayuda con su familia. Necesitamos estar allí para ellos.
Por otro lado, ¿Pueden algunas personas trabajar demasiado a expensas de su familia?
Algunas personas trabajan 50, 60 ó 70 horas a la semana. En algunos casos, eso es necesario para cuidar a la familia. Sin embargo, al mismo tiempo, se espera que los padres encuentren un equilibrio saludable entre el trabajo y la vida familiar. Eso es muy difícil de lograr. No sé la respuesta a la pregunta de cómo equilibrar el trabajo y la familia, pero esa es una pregunta que los cónyuges deben hacerse y discutir, para que no trabajen tanto, que haya poco tiempo de calidad compartido para ellos y sus hijos.
El rito de conclusión en la Misa tiene algo que decir sobre esto también.
Una de las oraciones de despedida en la Misa es así: “Id en paz, glorificando al Señor por tu vida”. Para mí, eso está lleno de significado. ¿Está mostrando mi vida de fe, mi vida familiar, y mi vida laboral un deseo de dar gloria a Dios? Las palabras son desafiantes, porque no se trata sólo de estar en la Iglesia, sino también, cuando salimos de la Iglesia, y ponemos el mensaje del Evangelio en práctica.
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