La Conferencia de los Obispos Católicos de Louisiana
Por Arzobispo Gregory M. Aymond
Clarion Herald – 4/29/17
Hace tres siglos en el año 1722, nuestro estado de Luciana realizó su primera ejecución legal registrada. Desde ese acto, nos hemos vistos involucrados con esta mancha de la pena de muerte, llevada a cabo por nuestro estado, en nombre de sus ciudadanos. Esta sesión legislativa actual, nos permite de una manera renovada, avanzar más allá de esta oscura realidad de la historia de nuestro estado, y hacia un estado que afirme la vida sin excepción. Por lo tanto, la Conferencia de Obispos Católicos de Louisiana apoya inequívocamente la SB 142 del Senador Claitor, y la HB 101 de los Representantes Landry y Pylant.
El Papa San Juan Pablo II, en su histórica encíclica papal Evangelium Vitae (El Evangelio de la Vida), discutió ampliamente la distinción entre una cultura de vida y una cultura de muerte. En verdad, nuestra cultura refleja a menudo una cultura de muerte, más que una de vida. Está claro que, el uso de la pena de muerte, no sirve como un instrumento para abordar los temas profundamente arraigados, que son la causa de la delincuencia violenta generalizada dentro de nuestra sociedad. En cambio, es una “solución” que nos seduce a creer que la toma de una vida resuelve un problema y de hecho, nos fuerza aun más a una cultura de muerte.
El Papa San Juan Pablo II proclama que “ni siquiera un asesino pierde su dignidad personal, como Dios mismo se compromete a garantizar esto. Por esta razón, quien ataca a la vida humana de alguna manera ataca a Dios mismo” (Evangelium Vitae, 9). Al hacer esta declaración, el Papa San Juan Pablo II, nos recuerda nuestro llamamiento al tema fundacional de la Enseñanza Social Católica – La Vida y Dignidad de la Persona Humana – y que debemos defender la dignidad humana, la cual no discrimina entre inocentes y culpables. Dado que la vida se valora por encima y más allá de todo lo demás, debemos abogar por una alternativa a la pena de muerte.
Las fuertes declaraciones del Papa Francisco, hacen eco en los principios fundacionales establecidos por Evangelium Vitae del Papa San Juan Pablo II. En una carta dirigida al presidente de la Comisión Internacional contra la Pena de Muerte en 2015, nuestro Santo Padre declaró que la pena de muerte “es una ofensa contra la inviolabilidad de la vida y la dignidad de la persona humana, lo que contradice el plan de Dios para el hombre y la sociedad. No da justicia a la victima, al contrario, fomenta la venganza. Para el estado de derecho, la pena de muerte representa un fracaso, así obliga al estado a matar en nombre de la justicia. La justicia, no puede ser causada por el asesinato de un ser humano.” Con este fin, debemos preguntarnos si hay o no venganza en nuestros corazones. En muchos sentidos, a lo que tememos, es a la -violencia misma- que nos ha obligado a ser defensores de la violencia. Así como la búsqueda de la justicia nunca debe ser pervertida por la venganza, el miedo nunca debe oscurecer la luz siempre brillante de la vida.
Estamos completamente consciente del dolor y la pena que sufren las víctimas, especialmente aquellas que han perdido a un ser querido a través del crimen, del asesinato o delitos de violencia. Nos comprometemos a profundizar nuestro compromiso con las personas que han sufrido tal violencia, angustia y dolor. Nuestra oposición a la pena de muerte, no pretende en modo alguno, disminuir lo que las víctimas y sus familias han sufrido. Por el contrario, es una declaración que afirma la vida de los que la han perdido y el máximo valor a la vida en general. La cruda realidad es que, la pena capital, no logra recuperar la vida perdida. No proporciona sanación, reconciliación, ni siquiera paz a los afectados. Nuestro misericordioso Padre Celestial, nos proporciona tales cosas cuando nos volvemos a Él, y pedimos que su amor sea derramado sobre nosotros.
El Catecismo de la Iglesia Católica, nos llama a reconocer el equilibrio que debe existir entre un estado que necesita proteger a sus ciudadanos, así como el apropiado castigo que utiliza para hacerlo. “Sin embargo, medios no letales son suficientes para defender y proteger la seguridad de las personas contra el agresor, la autoridad se limitará a tales medios ... Hoy en día ... los casos en que la ejecución del delincuente sea una necesidad absoluta, son muy raros, si no prácticamente inexistentes” (CCC 2267).
Creemos que en Luciana, una alternativa justa a la pena de muerte ya existe. En 1979, Luciana adoptó un estatuto, que obligaba a todas las personas condenadas por asesinato en primer grado, a cumplir una condena a cadena perpetua, sin el beneficio de libertad condicional, si no fueron ejecutados por tales crímenes. Por lo tanto, la prisión perpetua es la alternativa apropiada, dado que refleja una cultura de vida valorando la vida misma.
La Conferencia de Obispos de Luciana, pide a todos los hombres y mujeres de buena fe, especialmente a los miembros de la Legislatura de Luciana, que busquen en su corazón, para hacer un esfuerzo por buscar la misericordia y el amor, para apoyar la abolición de la pena de muerte, y ayudar a construir una cultura de vida. Renovamos la llamada emitida en nuestra declaración de 1994, “La Violencia en Nuestra Sociedad – la Muerte no es la Respuesta”: “Debemos creer en el poderoso amor redentor de Dios, que puede cambiar los corazones, convertir a las personas y renovar todas las cosas ... Debemos ser un pueblo que vea el valor de una vida humana, donde otros podrían pensar que no vale nada. Debemos ser un pueblo que alaba al Dios de todas las posibilidades, cuyo poderoso Espíritu de Amor, puede renovar la faz de la tierra”. Este es le momento para afirmar la vida sin excepción, aquí dentro de nuestro gran estado de Luciana.
La Conferencia de los Obispos Católicos de Louisiana
Reverendísimo. Gregory M. Aymond, Arzobispo de Nueva Orleáns
Reverendísimo. Robert W. Muench, Obispo de Baton Rouge
Reverendísimo. Glen John Provost, Obispo de Lake Charles
Reverendísimo. Michael G. Duca, Obispo de Shreveport
Reverendísimo. Shelton J. Fabre, Obispo de Houma-Thibodaux
Reverendísimo. J. Douglas Deshotel, Obispo de Lafayette
Reverendísimo. David P. Talley, Obispo de Alejandría
Reverendísimo. Fernand J. Cheri, Obispo Auxiliar de Nueva Orleáns